Preámbulo:
Escrito en un box de urgencias, viendo cómo la vida hace equilibrios para no caerse, porque sabe que no hay red que la salve.
Inspirado en la lectura del libro de Joe Brainard "Me acuerdo", publicado en Sexto Piso (2009). En la cubierta, se cita una obra homónima escrita por Georges Perec, en homenaje a la anterior.
Me acuerdo del uniforme gris y los zapatos de charol.
Me acuerdo de las notas del viejo piano de la madre Concha.
Me acuerdo de las sesiones de canto en la antesala del comedor. El comedor desprendía un olor que todavía hoy puedo sentir. ¿Quién no?
Me acuerdo de lo mucho que me gustaba tomar chocolate caliente los domingos de invierno.
Me acuerdo de los guateques y del tocadiscos portátil de tapa roja.
Me acuerdo de Viva la gente.
Me acuerdo de las huchas del Domund. De los incontables botones del párroco y de la cofia de las hermanas. Y de cuando tiré de una de ellas. Y de lo que vino después.
Me acuerdo del limonero que flanqueaba los lavabos en el patio.
Me acuerdo del crujir del suelo de las habitaciones del internado.
Me acuerdo de la vajilla de Navidad. Y de mi madre y mi abuela dando intrucciones a los que formábamos cadena para devolver las piezas a la vitrina, unos días después.
Me acuerdo de que no entendía las letras de las canciones (bueno, sí de una "que llueva, que llueva..."). Pero cualquiera rompía el encanto de la cantinela con preguntas inoportunas.
Me acuerdo de fingirme dormida para luego encender la lamparita y leer y leer y leer.
Me acuerdo del campesino que recogía patatas bajo la nieve en Sierra Nevada.
Me acuerdo de haber tirado del hilo del dobladillo para alargar mi vestido plisado.
Me acuerdo de tirar de la nariz de mi padre y de salir corriendo.
Me acuerdo de ver a mi madre echar cuentas en su secretaire. De noche. Mientras todos dormíamos, supuestamente.
Me acuerdo de cuando el comedor de mi casa se convertía en un almacén de telas que mi madre cortaba con tijeras de sastre.
Me acuerdo del Seat 850.
Me acuerdo del día que se nos cruzó un perro.
Me acuerdo del impacto.
Me acuerdo de los chiripitifláuticos y de la Casa del Rejoj.
Me acuerdo del "vamos a la cama que hay que descansar...".
Me acuerdo de la carta de ajuste.
Me acuerdo de cómo se arreglaba mi abuela para ver la televisión y de cómo solicitaba silencio.
Me acuerdo de su incredulidad el día que el hombre llegó a la luna. ¿Y no vio a Dios?
Me acuerdo de las bodas de juguete que celebrábamos los sábados por la tarde en la cueva, tras la iglesia.
Me acuerdo de "Eva María se fue..." y de los autos de choque.
Me acuerdo del fuego de la traición de mi mejor amiga.
Me acuerdo del día de la reconciliación, décadas después.
Me acuerdo de mi acalorada defensa del suicidio y de las miradas de reprobación.
Me acuerdo de ver a mis padres besándose en el parque, en la cocina, en la cama.
Me acuerdo de lo mucho que nos reímos mi hermana y yo.
Me acuerdo de mi primer profesor de literatura y del día que me arrodillé para pedirle perdón por mi osadía. Del barullo del aula. Del eco lejano de sus palabras. De lo mucho que me enseñó.
Me acuerdo de hacer pedazos fotografías que no he conseguido borrar de la memoria.
Epílogo
Somos presente y estamos hechos de recuerdos. Mejor no olvidarlo.
Evocador ejercicio que parte de una frase generadora de imágenes: Yo me acuerdo de... Como la piedra lanzada al agua que va originando círculos concéntricos y va hilvanando un proceso creativo. Me ha sugerido claramente un ejercicio con mis alumnos a partir de esta inicial frase espléndida. De tan sencilla que es me sorprende su riqueza y su capacidad de generar ideas o recuerdos. Gracias.
ResponderEliminarEs curioso, a veces, los recuerdos se borran, pero los sentimientos permanecen...
ResponderEliminarUn abrazo
Qué lindo, Lu, yo me acordé también de muchas de esas cosas...
ResponderEliminarBonito y nostálgico a la vez. Me ha recordado a cierto libro que todavía no he conseguido acabar: "La vida, instrucciones de Uso".
ResponderEliminarUn abrazo desde Valencia.
Joselu, yo también había pensado en proponer un ejercicio de escritura sobre este comienzo tan evocador.
ResponderEliminarLa estructura paralelística da mucho juego y, si el enfoque es personal, todavía más.
Y seguro que leyendo sus "meacuerdos" daremos con una imagen más fiel del tiempo de nuestros adolescentes. A veces, nuestra historia nos aleja de su presente.
Lourdes, ahhh, los sentimientos. Cuán adheridos los llevamos en las paredes del alma.
Carlota, si compartimos es que somos de la misma quinta. Los recuerdos nos delatan.
Héctor, no he leído la obra de Perec que citas. ¡Tengo tantas en la lista de espera!
El libro de Brainard es de los que se puede leer y levantar la vista en cada línea, sin miedo a perder el hilo. En urgencias, cada minuto se convierte en una historia de mil páginas.
Nostalgía, alegría, dolor...tantos sentimientos entremezclados en los recuerdos y cuantos más cuando los recuerdos faltan...
ResponderEliminarIncluso para los recuerdos somos esclavos de las palabras. Quedarán sonidos, quedarán olores, quedará el tacto de una piel o de un cálido regazo, pero todos ellos necesitarán palabras para pervivir, para pasar de una generación a otra y seguir así hasta el infinito, ese lugar que, como su nombre indica, es tan poco finito que en él cabremos todos.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.
Precioso texto, Lu, aunque las circunstancias que lo han generado no sean las más agradables. Precioso texto, Lu. Un beso.
ResponderEliminar¡Vaya! yo también he recordado varias de las cosas que cita ... me encanta recordar y ganar la partida al olvido ... y por tanto a la muerte. Recuerdo muchísimas cosas de mi infancia; algunas se han quedado como fotografías ( instantes grabados en la memoria) e incluso olores, sabores, sensaciones físicas.
ResponderEliminarTambién es cierto que a veces ocurre, como canta Serrat, que 'el olvido sólo se llevó la mitad', dejándonos la mejor parte.
En cualquier caso, recordar no deja de ser una forma de volver a vivir. Buen ejercicio, a cualquier edad. Saludos
Es precioso el texto. También creo que daría mucho nuego en el aula. Aym qué sería de nosotros sin nuestros recuerdos...
ResponderEliminarDentro de unos años, ¿diremos aquello de me acuerdo de los blogs y de las movidas twitteras?
ResponderEliminarSergio
Lu,
ResponderEliminarnos recuerdas una de las utilidades más importante de las palabras: reconfortan.
Gracias por compartir el poema.
hay una evocación muy buena de este tipo en "Sí, ya me acuerdo", una autobiografía de Mastroiani, el actor, donde conviven el melancólico abuelo citando a Cicerón en latín y Gary Cooper entrando en un café de lujo vestido de smoking blanco. En cada "me acuerdo" cuenta un relato completo con saltos de tiempo y detalles impensables.
ResponderEliminarLiterariamente, igual que Borges detestaba las prolijas enumeraciones, me aburren mucho las anáforas, primero porque me recuerdan la pomposidad de cierta retórica política y luego porque son como un martilleo, tan rítmico que mata la melodía de las palabras, excepción hecha de cuando la estructura paralelística busca la variación musical, como en algunos poemas.
Pero claro, a la vez me parece una buena idea para el taller literario.
Lu, un texto precioso.
ResponderEliminarCuántos recuerdos tuyos podría decir que son míos.
Un abrazo.
Qué bonito, tanto la imagen como el propio texto. Muchas gracias por compartir estos recuerdos. Y espero que todo vaya bien.
ResponderEliminarAl leer los últimos comentarios, me acuerdo de cuando tenía tiempo para responder con calma todas las intervenciones.
ResponderEliminarSentimientos, recuerdos compartidos (Marimar, JLG, Juliii), palabras para atraparlos (Antonio) que reconfortan (Patxo), que surgen de circunstancias (Marcos) vividas y revividas (Zim) y que repetimos a modo de mantra (odadrek).
Entre todos habéis dado con una definición de los "meacuerdos"
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ResponderEliminarLu, gracias por compartir, es precioso. No son los mismos recuerdos pero si sentimientos ...soy de origen bosnio, adoptada belga, felizmente installada en Espana. Mis ninos (de 5 y 7 anos) nacieron aqui y cada noche les cuento "un cuento de infancia" ... asi conocen un poco de mi "album de recuerdos" y de lo que fue la vida antes de internet :-) Un abrazo
ResponderEliminarContar es una forma de recordar y de evitar el olvido. Tus niños te lo agradecerán de mayores.
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