12 de abril de 2007

De luto

A veces, la muerte se adelanta implacable.

Hoy he recibido, como un sablazo, la noticia de la muerte de una alumna (17 años).
Leucemia y muerte.

Hasta siempre, Adriana.

6 comentarios:

  1. Anónimo9:45 p. m.

    Mi más sentido pésame.
    Por desgracia, también he pasado por eso. Hace años se fue un alumno joven, empezando a vivir, ilusionado con su hijo pequeño. Se llevó algo de mí. José Antonio era de los alumnos que gustan comentar temas después de clase, y buscarte con cualquier excusa para compartir sus aficiones, en su caso poéticas. Lloré su pérdida durante bastante tiempo. Todavía lo tengo presente.
    Después, o al mismo tiempo, viene la rabia y la impotencia.
    Tienes que ser fuerte, Lu. Hay que seguir adelante, cariño.

    Un fuerte beso.

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  2. Lo siento mucho. Un abrazo.

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  3. Anónimo12:31 a. m.

    Después de varios sustos este curso con algunos de mis alumnos, me puedo hacer una idea de la dura y fuerte sensación que os empapa.
    Lo siento de veras, aunque estemos un poco lejos no quiero dejar de enviaros mucho ánimo para todos.

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  4. Anónimo5:35 a. m.

    Es lacerante. Tienes razón en eso.
    Sé cómo te duele y cómo no logras explicarte lo sucedido. Se siente una impotencia tan grande.
    Hace unos diez años, tuve a un chico de 16 llamado Andrés Zapata, inteligente, cariñoso, simpático. Fue elegido para una beca de intercambio en los Estados Unidos y estuvo allá un año.
    Al volver, llegó más maduro, igual de inteligente y mucho más simpático y cariñoso.
    Sus padres no lo vieron en un año y lo esperaban con ansias.
    A los tres meses de su regreso, fue a hacer unas compras en el auto de sus padres, con el permiso de éstos. No se sabe cómo perdió el control del vehículo y chocó con un poste de alumbrado público que cayó sobre él, aplastando el techo del automóvil. Tenía 17 años (y según nuestras leyes, no debía conducir). Su hermano, de doce años que iba con él, resultó ileso.
    Recibí la llamada telefónica a eso de las once de la mañana de un sábado y aún no me lo explico.
    No he sentido angustia más grande por un ser ajeno a mi familia.
    Querida Lu, un abrazo sincero desde este Chile lejano y te aseguro que te comprendo y que ni siquiera sé qué decir en un caso como este.
    Con amor,

    Benedicto González Vargas

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  5. Terrible, Lu!
    Ni quiero pensar en el dolor de su familia. Los que seais creyentes rezad por ella, que los buenos deseos sí que cuentan.
    Mucho ánimo a ti y a los otros estudiantes.
    Un fuerte abrazo.

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  6. Anónimo1:20 p. m.

    Lo siento. En mi centro ocurrió algo así hace unos años. La presencia de una tragedia así tarda en desaparecer. Mucho ánimo a todos.

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