6 de enero de 2011

"Un sueño lleno de regalos"


Todos los años, el 6 de enero me viene a la mente el recuerdo de dos momentos mágicos. El día en que mi padre nos reunió a mi hermana y a mí para desvelarnos el secreto; y muchos años después, la noche en que yo tomé el relevo para revelar mi condición de reina a mis hijos. La magia sigue.

Aquí dejo el regalo que tenía guardado para todos los que os asomáis por este blog.

JUGUETES
Desde que una noche, mientras dormías, tres magos de Oriente te dejaron unos juguetes en la oscuridad del salón, ya no te abandonó la secreta necesidad de seguir siendo engañado con tal de que te dejaran jugar el resto de tu vida. Te contaron que unos magos, después de ofrecerle oro, incienso y mirra a Dios, a ti, que no eras nadie, te regalaron un aro, una escopeta con tapón de corcho, un caballo de cartón y unos lápices de colores, marca Alpino. Aunque los juguetes hayan evolucionado desde aquel simple aro a la video-consola, la ficción es la misma. Antes del uso de razón nuestro cerebro fue inoculado con esta ecuación: la ingenuidad equivale a un sueño lleno de regalos. Pero un día en el recreo un niño resabiado te abrió los ojos a la verdad. Esa fue la primera gran caída, el verdadero pecado original y desde entonces uno se ha pasado la vida realizando esfuerzos sobrehumanos para recuperar la gracia de aquel engaño primitivo. "Miénteme, dime que me quieres", le suplicó Joan Crawford a Sterling Hayden en la película Johnny Guitar. Tendrás ese juguete mientras creas en la magia. Miénteme, dime que cabalgando aquel caballo de cartón podré atravesar el horizonte. Miénteme, dime que en algún lugar del mundo existe aquella bicicleta roja que de chaval me llevaba a la playa cuando todavía fingía creer en los reyes magos. Miénteme, dime que con aquella primera pluma estilográfica, ya extraviada, aun podré escribir poemas y libros de viajes, llenos de aventuras. Miénteme, dime que no ha desaparecido de aquel valle el huerto de manzanos donde había vestigios de un altar dedicado a la diosa Diana y que no acabarán nunca aquellos placeres que en la juventud nos hacían inmortales. Miénteme, dime que, desafiando este tiempo sucio, no acabaré agachando la cerviz y tragando al final con todo, sonriendo a los poderosos imbéciles, dando la razón a los que me impidan soñar en ríos incontaminados, en fuentes limpias donde bailan las ninfas en verano bajo la acérrima potencia del sol. Miénteme, dime que con aquella escopeta, que tenía un tapón de corcho, podré abatir todavía un ave del paraíso y llenar de colores tu destino con los lápices Alpino. Miénteme, dime que me quieres. Este es el último juguete de los magos.

         Manuel Vicent 06/01/2008

21 comentarios:

  1. Precioso regalo de Reyes, Lu. Quieran los hados que sigamos mintiendo con la ilusión del primer día... Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  2. Yo también he pasado por el trago de mentir primero y contar la verdad después con mi hijo mayor, ahora cómplice. Mi hija pequeña aún ha pasado esta noche nerviosa perdida pensando en que, al menos por una noche, los sueños pueden hacerse realidad. En fin, como dice Antonio, a mentir con ilusión :)...Feliz 2011, Lu.

    ResponderEliminar
  3. Los textos de Manuel Vicent siempre están teñidos de nostalgia y esta es una de las más antiguas en todo adulto, la de la búsqueda de la inocencia en el paraíso perdido de la infancia, donde todo tenía ese sabor especial de la primera vez. Muy apropiado para esta fecha.
    Un abrazo, Lu, y feliz 2011.

    ResponderEliminar
  4. Hermoso, muy hermoso el texto y sigamos trabajando con energía en nuestros caballitos en la red.Felicidades

    ResponderEliminar
  5. Soy un asiduo de Manuel Vicent. Sus columnillas dominicales me resultan hermosas y llenas de sentido. Como novelista no me acaba de gustar, pero como columnista es espléndido.

    Hoy he vivido nuevamente el prodigio de los reyes magos con mis dos sobrinitos -que no sé si saben ya y se hacen los tontos-. Tienen seis y siete años. Mis hijas creo que disfrutan igualmente aunque ya hace tiempo que lo supieron. Todos participamos en la ficción. Recuerdo la tristeza de mi hija Lucía el día en que toda la magia se le vino abajo: los reyes, papá Noel, el Tió, el ratoncito Pérez. Demasiado para un instante de maduración.

    Hermoso regalo, Lu. Un cordial saludo.

    ResponderEliminar
  6. !La ilusión hay que seguir manteniéndola siempre, aunque sea con mentirijillas que nos alegran y nos dan fuerzas para seguir, además no hacen daño! Gracias por tu regalo.

    ResponderEliminar
  7. Antonio, ese "miénteme" de Manuel Vicent encierra el deseo de ser niños siempre.

    Carlota, mis hijos ya son mayores (14 y 18), pero saben que por una noche me convierto en maga de alguno de sus sueños.

    Adela, Maru, por hermoso, he consevado este texto y hoy regalado. Me alegra que lo disfrutéis.

    Héctor, Joselu, coincido con vosotros en que los textos de Manuel Vicent son "regalos dominicales" de esos que conviene preservar como tesoros. La hondura con que trata los temas vitales me acerca todos los domingos a su columna.

    Joselu, en las casas debería haber siempre un niño que nos recordara la inocencia con que vivimos "las grandes mentiras" (Papá Noel, los RRMM...). Yo no me entristecí el día en que mi padre me lo contó, al contrario, aumentó mi admiración cuando pensé en todo lo que había hecho en años anteriores. Esos regalos, esa bicicleta, esa muñeca, esa hucha, ese monedero...
    Todavía hoy revivo ese momento con agrado.

    ResponderEliminar
  8. Precioso texto, yo aún recuerdo la persona que me dijo el secreto con inquina....

    ResponderEliminar
  9. Gracias por el regalo. No puedo resistir el recordar de nuevo ese diálogo de Johnny Guitar ni la melodía de fondo:
    - Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años.Dímelo.
    -Te he esperado todos estos años.
    -Dime que habrías muerto si yo no hubiese vuelto.
    -Habría muerto si tú no hubieses vuelto.
    -Dime que aún me quieres como yo te quiero.
    -Aún te quiero como tú me quieres.

    ResponderEliminar
  10. Hola Lu:

    Hace tiempo que te sigo aunque nunca me he animado a dejarte ningún comentario. Quería darte las gracias por este regalo de Reyes, que me parece precioso. Si mantuviésemos la ilusión y la inocencia infantiles en muchas situaciones de nuestra vida, seguro que las cosas irían por otros derroteros.

    Un saludo y feliz 2011

    ResponderEliminar
  11. Me alegro de encontrar aquí este artículo de Manuel Vicent, que yo también guardo, como todos los textos que me conmueven. Me está pareciendo perfecto para retomar el comentario de texto en Bachillerato. Gracias, Lu.

    ResponderEliminar
  12. Eduideas, entiendo el recelo de algunos hacia la persona encargada de decir la verdad de la mentira.

    Carlos, gracias por esta referencia hipertextual. Miénteme y dime que no te la sabías de memoria.

    Virginia, gracias por tu visita. He seguido tu perfil y he llegado a tus blogs de aula. No sé si conoces una red reciente de blogs de Lengua y Literatura que se ha creado en el ITE. Te recomiendo echar un vistazo y añadir tus blogs. Serán una buena aportación.

    Este es el enlace

    Esther, es un texto con el que he trabajado desde que se publicó en 2008. Tienes razón en que es una buena forma de abordar la vuelta al comentario, en bachillerato.

    ResponderEliminar
  13. Precioso texto, Lu. Gracias por este fantástico regalo.
    Miénteme y dime que no conocías esta letra:
    "Miénteme, miénteme di...
    Mi corazón
    salvaje y estepario
    lo han roto huellas
    caídas de tus labios.
    ¡qué va a ser de mí!
    ¡qué va a ser de ti!"

    Miénteme, miénteme...

    ResponderEliminar
  14. Muchas gracias, Lu. Le echaré un vistazo al enlace.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  15. ¿Y cuando ellos mienten y dicen que han oído o visto a los Reyes Magos y son capaces de describir con detalle sus ropajes, sus caras, hasta sus voces...? Ilusión en la imaginación. Son geniales.

    ResponderEliminar
  16. Lu, un regalo precioso. Espero que los Reyes hayan sido muy generosos contigo. Al menos, tanto como tú lo eres con nosotros.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  17. Anónimo4:23 p. m.

    Me enteré de la verdad de los Reyes con sólo 6 añitos gracias a unas despiadadas vecinas. Hubiera sido feliz si me hubieran engañado durante unos años más. Precioso el texto

    ResponderEliminar
  18. Aunque llego tarde a recoger el regalo, me ha encantado. El texto es precioso. Esa mentira también. Besos

    ResponderEliminar
  19. Marian, la que llega tarde a responderos soy yo. Menuda vuelta al cole estoy teniendo.

    Vaya, Silvia, sí que lo siento. Eras muy pequeña.

    JGL, mi mejor regalo me llegó a finales de diciembre con un billete para Alicante. Mi marido me llevó a Orihuela a ver la casa de Miguel Hernández y a Elche a ver la exposición "La sombre vencida". ¿Te imaginas? Eso sí fue emoción.

    Rosa, tienes razón. Los niños se hacen mayores disimulando y haciéndonos creer lo que ya saben. Todos lo hemos hecho. Yo una vez descubrí el armario donde guardaban los regalos. Se me abrió la boca como nunca.

    Marcos, no puedo mentirte. Ah, ese Miguel Bosé, el bandido.

    ResponderEliminar
  20. Gracias por tu regalo, Lu, como siempre. Muy bonito el texto y muy acertado el comentario.
    Mi hija mayor, que ya sabe quiénes son los Reyes a sus, ay, 10 años, deja sus zapatos, se va a dormir pronto, se sorprende de cuánto aciertan con sus deseos y cuenta a todo el mundo que se tomaron los tres un trozo de turrón y un vaso de licor, porque dejaron huellas por todas partes, como está mandado... Cómo miente, ni con el método Stanilawsky lo haría mejor.
    Y es que sólo el misterio nos hace vivir, que decía Lorca.
    Abrazos y feliz semana.

    ResponderEliminar
  21. Tu visita es un regalo, Francisco. Voy a contarte un detalle a propósito de las huellas que dejan los RRMM. Este año estuve en la isla de Tabarca. Allí el mar escupe las algas (posidonia) y con la erosión se forman unas bolas marrones que parecen excrementos. Recogí una bolsa bien llena para los profes de biología de mi centro. La noche de Reyes esparcí por el suelo (desde la ventana a la chimenea) bolitas de todos los tamaños para que mi sobrina pensara que eran de camello. El lunes todas las madres preguntaban a mi hermana que qué era eso de las "cacas" de camello de las que hablaba Ainara. Se lo tragó (o hizo ver que se lo tragaba). Fue feliz y nos contagió su felicidad.

    ResponderEliminar

Deja un comentario