22 de enero de 2008

El medallón perdido: ¿Me estaré equivocando?


En breve, iniciaremos en 1º de ESO, la lectura de El medallón perdido de Ana Alcolea. [1]. En un intento de democratizar mis actuaciones educativas, he delegado en mis alumnos la tarea de decidir cómo prefieren abordarla.

Les he planteado dos opciones: aprovechar la hora de lectura semanal o bien acumular las horas y dedicar una semana o dos (dependiendo de los grupos) exclusivamente a la lectura. Esta segunda opción, presupone que durante las horas de clase, los alumnos aparcarán las clásicas tareas de lengua y se dedicarán a leer y a anotar en el cuaderno sus impresiones sobre la lectura.

Lo hemos sometido a votación, después de que una alumna se molestara:

- ¿Por qué nos lo preguntas? Tú eres la profe, ¿no deberías decidirlo tú?

- E*****, yo ya he tomado la decisión de qué libro vamos a leer en este segundo trimestre. ¿Qué hay de malo en que os pregunte en qué circunstancias preferís leerlo?

- Vale, profe…

Resultado: Mayoría aplastante. Todos han elegido la segunda opción. Entonces, les he pedido que argumentaran bien, en caso contrario, yo podría cambiar los planes. Cada uno ha escrito sus razones y, transcurrido un tiempo, las hemos comentado oralmente. Mientras escribían, me he ido paseando por las mesas. J**** e I***** iban comentando cómo empezar la frase:

- Tenemos que decirlo bien, para convencerla.

Algunos han echado mano de estructuras sintácticas que habíamos trabajado en otro momento:

- Opinamos que es mejor porque estaremos más conectados a la lectura.

- Nos engancharemos más – espeta L******.

Poco a poco, han ido leyendo sus razones:

- Si lo leemos de semana en semana, perderemos el hilo de la historia.

- Olvidaremos de qué va.

Defendían su voto exponiendo solamente las ventajas, por lo que he querido retarlos a que pensaran en los inconvenientes. No han tardado en salir:

- Podemos aburrirnos.

- ¿Y si no nos gusta el libro…? ¡Tendremos que estar tres horas seguidas!

Antes de que finalizara la clase, he recapitulado la conversación para que quedaran bien claras dos cosas: Ser demócrata significa respetar el sentir de la mayoría –¡y lo que cuesta!- y leer en el aula es otra forma de hacer clase.

¿Me estaré equivocando?


[1] Durante el primer trimestre, nuestro plan de lectura ha consistido en promover la lectura libre, a partir de una lista de recomendaciones. En pocos días, os comentaré los resultados. Cuando acabe de pelearme con Acces y Excel, los nuevos dioses de mi Olimpo informático.

15 comentarios:

  1. Ya nos contarás cómo funciona. Dedico sesiones a la lectura en clase de los libros propuestos, pero sigo aferrado a pautas digamos conservadoras. Controles de lectura, fichas de análisis, lecturas propuestas que alternan con otras voluntarias elegidas por los chicos... No sé, a veces acierto, otras...
    Me parece muy valiente por tu parte llevar a sus últimas consecuencias los principios de la democracia. Nuestros métodos nos delatan.

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  2. Sí que cuesta, horas de escuchar, de ir aprendiendo a mantener un diálogo.
    Y todavía cuesta más comprender que la democracia no es siempre imponer la opinión de la mayoría, que las minorías también han de ser escuchadas.
    Recientemente hubo un problema en el aula que afectaba a pocos alumnos de un grupo partido y la solución parecía ser reestructurar grupos. Como la mayoría ya estaba bien con los grupos que había costó (y cuesta) que se acepten los cambios, y aún más que los propongan!!
    Los comentarios eran del tipo: "pero en una democracia no 'manda' la mayoría?"; "los que son menos se tienen que aguantar".

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  3. Dentro de mis estrategias de supervivencia en clase, está la negociación. No podemos alabar las virtudes de los sistemas democráticos si no introducimos pequeñas concesiones a la participación de los alumnos en el aula. De ahí a que la clase se convierta en una cooperativa va mucho trecho y siempre hay margen para reconducir y reconsiderar cuando se hayan producido fallos.
    Y el ámbito de las lecturas quizá es el más propicio para ese tipo de 'experimentos'.

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  4. Jesús, nos movemos siempre entre la innovación y la tradición. Me parece que no hay que renunciar a nada y picotear lo que de bueno tienen ambas tendencias.

    Ya os contaré cómo nos va. Va a ser durillo. He oído hoy mismo esta conversación en clase:
    "I***** le pregunta a su compañero de fatigas qué hará si no le gusta el libro. J***** le contesta que aguantarse.
    V***** interviene para decir que ningún libro es aburrido si se lee con interés. Entonces, J****** le responde: "¿Me lo leerás tú?"
    -Vaaaaa - responde ella.

    En fin, hay una minoría que tiene inclinación a la lectura y claro, Irene, hay que escucharla y mimarla.

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  5. Anónimo10:33 p. m.

    Me encanta leer tus iniciativas y comprobar que hay otras maneras de hacer las cosas.

    Es muy significativo que una alumna te exigiera que decidieras tu. Estan (estamos) tan acostumbrados a que el profesor tiene el poder absoluto que, cuando les das la opción de participar de verdad, algunos no lo encajan como sería deseable.

    El trimestre pasado dejé que decidieran los alumnos de 2ª de Grado Medio de Informática la distribución de Linux con la que trabajaríamos todo el curso. Planteé unas pautas y distintas fases: grupos de dos, decidir la lista de distribuciones candidatas, recolecta de información, redacción de pros y contras y exposición en clase de cada una. Al final votaron cual querían instalar.

    Algunos lo tomaron con entusiasmo y otros se lo tomaban como una actividad "para pasar el rato". A pesar de todo, yo me quedé satisfecho y creo que algunos agradecieron el hecho de haber podido decidir.

    Por cierto, leí una entrevista en "La Contra" de La Vanguardia a Emili Teixidor que, entre otras cosas, proponía dedicar en clase tiempo de lectura.

    http://contaboy.blogspot.com/2008/01/emili-teixidor-promociona-la-lectura-la.html

    Saludos,
    Carles

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  6. Pocas veces, ponemos a nuestros alumnos en la tesitura de tener que tomar decisiones. O eso creo yo. Por esta razón, creí que la obligación de leer un libro tenía que traer como contrapartida un compromiso de su parte. Estuve pensando cómo podía plantearlo y fue eso lo que se me ocurrió.
    Cada cambio de rumbo arrastra nuevos riesgos. Sé que estoy corriendo uno, pero lo hago concienzudamente.

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  7. Anónimo8:21 a. m.

    Sinceramente no lo sé, pero te animo a que lo hagas y nos cuentes después cómo ha resultado. Me encantaría conocer el desenlace.
    En su día apliqué en clase el decálogo de Daniel Pennac (Como una novela) a sabiendas de que me pillaba los dedos ("Derecho a no leer", entre otros), pero obtuve más satisfacciones que sinsabores y conseguí que un alumno me pidiera la bibliografía casi completa de Arturo Pérez Reverte, tras leer El maestro de esgrima. Al margen de gustos, lo importante es que leyó por el mero hecho de leer, por el mero placer de la lectura, sin fichas de lectura, sin resúmenes del argumento y sin principales personajes... No lo sé, pero adelante...

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  8. hola,
    soy educador social y estoy entrando en blogs de profesores de secundaria.
    Estoy aprendiendo muchísimo y está siendo una herramienta fantástica para mi trabajo.
    Felicidade por tu blog

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  9. Anónimo9:36 a. m.

    Ya sabía que en educación se podían hacer muchas más cosas que las que se hacen (y de muchas maneras diferentes)pero tú siempre me sorprendes: las haces todas con un mirada tan certera que entusiasman, tocas con fina estrategia todos los temas claves, y encima, las compartes y las explicas con estilo claro y calor humano. Gracias por todo.

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  10. Mi impresión sobre la clase de lectura semanal que ahora dedicamos en clase es positiva. Los alumnos intercambian sus libros y en general hay concentración. Lo bueno es que se acostumbran y ven en ello una situación normal. Mi objeción -mi ansiedad- es que se pierde una clase a la semana para desarrollar el programa dichoso y se nota. Al final de curso les haré realizar una evaluación de la clase de lectura. Desde muchos ángulos y perspectivas se está recomendando este espacio de silencio. Así sabemos que no estamos solos.

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  11. Joselu, compartimos los mismos miedos. En mi pregunta "¿Me estaré equivocando?" son muchas las cuestiones que me planteo. Es cierto, que se está experiementado en la incorporación de la lectura en el aula. Estoy convencida de que es más fructífero que los alumnos lean que dedicar una hora a explicar los grados del adjetivo. Siempre que la lectura derive en reflexión, tertulia, análisis... Ello no significa que desprecie la enseñanza de la gramática, pues la considero necesaria.

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  12. En cierta ocasión,al entrar en clase, dos alumnos se estaban peleando;gritaban acaloradamente porque ambos querían sentarse en el mismo sitio.Reuní al resto de los alumnos de la clase alrededor de ellos y les preguntamos sobre el motivo de su discusión para ayudarles a resolver su conflicto.Plantearon sus soluciones y vimos los pros y los contras de cada propuesta...al final se decidió la mejor posible y la aceptaron.
    No di clases de inglés, pero lo que "perdí" ese día lo gané con creces después.Hasta ese momento, nadie se había preocupado de preguntarles su opinión y mucho menos que pudieran resolver nada entre ellos.
    Es bonito educar y enseñarles a respetar.
    Bueno, con esto quiero decir que ¡una iniciativa muy buena!

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  13. Os aporto lo que en Primaria ha mandado el Ministerio en Madrid. Todos los días los alumnos deben leer 45 minutos, en asignaturas distintas, deben sacar su libro y leerlo. Eso hace que los profesores se reeplanteen como alcanzar los objetivos pues ya no disponen de tanto tiempo. El curso que viene tendrempos que replantearnos en Secundaria como continuar eso. Ahora leemos una hora a la semana, en mi clase hay un libro obligatorio que debe reflejarse en su cuaderno de lectura. Depués ellos van añadiendo más libros. Yo evalúo ese cuaderno y una sesión de comentarios literarios en voz alta.Pero no encuentro el método perfecto.

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  14. No existe el método perfecto. Como no existen recetas universales.
    En cuanto a cumplir los objetivos, creo que todos los profesores debemos hacer un "reset" y empezar de nuevo a planificar por competencias. Es un camino largo y difícil.
    Aunque pensándolo bien los cambios duran lo que duran las legislaturas.

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  15. Anónimo3:09 p. m.

    Lo primero y antes de nada quiero reconocer vuestro esfuerzo e interés para inculcar el hábito y el gusto por la lectura a los alumnos. No es una tarea fácil.

    Mi visión es la de padre que tiene un hijo en tercero de Eso.

    Padres y profesorado convergemos en un mismo objetivo, la educación de los chavales. Muchas veces nos planteamos dudas respecto a la eficacia de las estrategias utilizadas, pero eso es inevitable.

    Lo importante es no darnos por vencidos e intentarlo siempre. Por eso mismo te respondo Lourdes que no te estás equivocando.

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