La relectura es un ejercicio que debieran hacer todos los lectores (perfectos e imperfectos). Es una práctica que ayuda a profundizar en el conocimiento de lo leído y de uno mismo, en tanto en cuanto la lectura varía según el momento de (in)madurez personal.
Como otros veranos, este ando metida en la relectura de El Quijote. Es un libro que me da la medida de mi crecimiento personal, que me acompaña en el avance de la edad (hay días en que lucho por ser como un segundo antes, aun sabiendo que ese segundo es ya prehistoria). Don Quijote, "ese divino chalado" (como diría Blas de Otero) es quien me ayuda a recorrer mi Mancha (esa tierra que es la vida, llena de asaltadores de caminos, de condes...) con cierta valentía a lomos de mi experiencia (y la suya), a lomos de mi cultura libresca (tan rica la suya, tan pobre la mía).
Sin duda, sin duda. He podido comprobarlo cada vez que me aventuro a leer de nuevo la obra.
ResponderEliminarDe todas formas, no sólo me ocurre con El Quijote, me ocurre también con otras obras que visito y revisito sin cansancio (son los que forman mi cannon personal).
Con el Quijote pasa como con los buenos vinos, que te gustan más con el paso del tiempo. El quijote quizá sea una lectura de madurez: a los jóvenes no les gusta, porque no han madurado lo suficiente para captar las honduras del libro. Por eso, si nos gusta mucho el Quijote, es porque ya somos maduros, y por tanto ya no somos jóvenes :-(. ¿O sí?
ResponderEliminarEstaría bien un meme de esos vuestros sobre obras para ser releídas más que leídas. Y sin embargo, es necesaria una primera lectura, aunque sea obligada, para poder releer. El poso que queda es lo que lleva a sumergirse de nuevo en las páginas de los ´clásicos. laura
ResponderEliminarAlejandro, yo me siento jovencísima. Creo que es una de las ventajas de nuestra profesión.
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