Hoy, aunque tarde, no puedo pasar por alto la columna de Elvira Lindo en El País.
Se trata de un texto-homenaje a quienes huyendo de un país, recalan en otro.
Un artículo del que transcribo este fragmento que he escogido como apoyo para la escritura de una historia. Cada uno de los personajes puede ser el germen de una historia.
El que está subido al andamio. El que reparte a la caída de la tarde la bolsa de comida china, india, la pizza. El que vende las flores que adornan los supermercados de las esquinas. La que echa horas en diez casas distintas y de la que sólo conoces el nombre propio y un número de móvil. Las que cocinan en los restaurantes indios, chinos, italianos, españoles. Los que cargan con los muebles en las mudanzas. Los que disponen la mesa de los restaurantes, sirven el agua y ponen los platos, pero no atienden al cliente porque no tienen categoría de camareros. Los friegaplatos. Las que limpian los restaurantes. Las que hacen manicuras y pedicuras de sol a sol trabajando para los coreanos y los chinos que son los que ostentan mayoritariamente esos centros de belleza. Los dependientes de las ferreterías de mi barrio que suelen ser propiedad de los árabes. Las tatas o babysitters, que cuidan a los niños con mucho más afecto físico y más naturalidad de lo que las madres anglosajonas son capaces de ofrecer. Los que en cuanto pueden te hablan con nostalgia del país que dejaron atrás y al que no pueden regresar. Los que dejaron allí a hijos que se están haciendo grandes sin la presencia de sus padres. Los que te cuentan que la nostalgia no les ciega el entendimiento, que harán lo imposible porque sus hijos estudien aquí. Los que llenan el metro a primerísima hora de la mañana y se quedan abstraídos, mirando al vacío. Los que vuelven de madrugada, tras dejar limpio el restaurante, y van dando cabezadas en los largos trayectos camino de Queens o del Bronx. Eran ellos. [...]
Los que acuden todos los días a las aulas...
ResponderEliminarLos que... somos todos.
ResponderEliminarPues claro, Sergio. Precisamente este texto me gusta porque presenta una multiplicidad de rutinas, tras las cuales muchos pueden identificarse o identificar a sus coetáneos.
ResponderEliminarPor cierto, bienvenido. Echaba de menos tus visitas, ¿o eran silenciosas?
ResponderEliminarCuando mi padre llegó a Cataluña en busca de trabajo fue "el del andamio", y lo ha seguido siendo hasta el año pasado que se jubiló.
ResponderEliminarPor cierto Lu, gracias por el Memories y el código, ya he colgado mi primer "frame" (me ha costado por eso). Cuando quieras hablamos del Wordpress.